El Teatro Guerra es por sus valores arquitectónicos y artísticos, y por su función social y cultural, un edificio bien destacado del siglo XIX en Lorca. Construido gracias al esfuerzo conjunto de una sociedad de inversores particulares y del Ayuntamiento, se inauguró en la primavera de 1861. El proyecto es obra del arquitecto murciano Diego Manuel Molina y responde a una construcción típica de los teatros del momento, influidos por el clasicismo italianizante, con un patio central en herradura, plateas y anfiteatro con barandales de hierro colado y un amplio paraíso. Sobre el patio de butacas se situó un gran techo pintado, obra del madrileño Miguel Reyes, con la colaboración del lorquino José Rebollo Zamora.
La estructura se traduce al exterior en dos pisos con una sucesión de ventanas remarcadas por moldura simple. De su fachada, muy sobria, sobresale el eje principal, marcado por tres arcos de acceso en cuyas enjutas encontramos medallones con cabezas de autores teatrales (Tirso de Molina, Moratín, Lope de Vega y Calderón de la Barca), rematando en un frontón curvo. El nombre es un homenaje al actor del siglo XIX Ceferino Guerra, que residió algunos años en nuestra ciudad, donde trabajó su padre, que era maestro confitero.
Por su mal estado de conservación, se cerró en 1969, hasta que unas décadas después fue sometido a una profunda rehabilitación. Así, la recuperación del Teatro Guerra, largamente demandada por la sociedad lorquina, dio su primer paso al ser catalogado el edificio como monumento histórico-artístico por Orden Ministerial de 31 de marzo de 1982. En 1988 el lorquino Muñoz Barberán realizó las nuevas pinturas del techo, que respetaban la disposición de las originales, donde están representados ocho autores teatrales españoles del Siglo de Oro de las letras españolas (Calderón, Lope de Vega, Cervantes, etc.) junto con escenas de sus obras más aclamadas. Sobre las basas de las ocho pilastras del tambor se encuentran situadas nueve figuras femeninas que, con sus respectivos atributos, representan a las nueve musas. A este mismo artista debemos también un nuevo telón en donde vemos a grupos de personajes inspirados en el teatro de la comedia italiana y el carnaval veneciano, algunos ataviados con máscaras, en un imaginado escenario urbano con cortinajes, escalinatas, columnas y puentes, todo esbozado con los vívidos colores característicos de sus más logrados cuadros de carnaval. Las obras de rehabilitación del coliseo lorquino, dentro del Plan de Restauración de Teatros Públicos, finalizaron en enero de 1989 y se ejecutaron bajo la dirección del arquitecto Ignacio Mendaro Corsini.
La reinauguración de este destacado edificio de nuestro patrimonio histórico, seña de identidad cultural de la ciudad, tuvo lugar el 3 de febrero de 1989, todo un acontecimiento en la ciudad, con la actuación del ballet de Teatro Lírico Nacional bajo la dirección de la gran bailarina y coreógrafa Maya Plisetskaya.
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